Mi amigo Rakso Senogara, me ha traducido al castellano "la carta"....Mil gracias
L' amic Rakso Senogara, m' ha traduit al castellà "la carta" !!! Ets un àngel!!!
!!! Eres un ángelL' amic Rakso Senogara, m' ha traduit al castellà "la carta" !!! Ets un àngel!!!
LA CARTA
Toda la vida he intentado decir algo que sirviera, no que fuera bueno, si no que por alguna extrañísima casualidad llegara, no sé cómo, a tus manos. Ya me sirve. Ahora está. La botella del náufrago ha llegado al mejor puerto que nunca hubiera imaginado. Gracias por abrirla y leerme. No te imaginas el bien que me haces. Yo estoy aquí, solo, hace siglos, en la isla del tesoro sin tesoro. Tú también debes tener tu isla, tu soledad, tu tesoro sin tesoro (¿te puedo abrazar muy fuerte?); y bajas cada día a la playa esperando que llegue un mensaje, una señal; y que no sea otro espejismo. No dejes que los espejismos, cuando se esfuman, te hagan creer que un día no lo harán. Hoy no lo han hecho, no lees mentiras, lees mi única verdad, que viene a ser, más o menos, como la de todos, pero yo no la escondo, ya no. Cómo tú. Es por eso que nos comunicamos.
Soy una persona, una insignificante personita que habita por un brevísimo espacio de tiempo en este planeta; una personita entre millones de mundos rellenos de personitas con más mundos dentro suyo que van a dar al infinito. El infinito es aquello que sentimos a veces, aquella sensación que es como una mezcla de vértigo con belleza extrema y miedo de no poder soportarlo. Hay gente que no lo siente nunca el infinito, yo sé que tú sí, que, a veces, un rayo de luz atraviesa una gota de lluvia, hueles la noche o te despiertas soñando que la gravedad ha dejado de funcionar y lo sientes; lo sientes y no sabes qué sentir. Yo tampoco; a mí tampoco me cabe en la cabeza. No sé por qué nos pusieron a cada uno en una isla diferente. Sentir el infinito juntos podría ser sólo aquello que es bello; quizá sí que es el cómo y no el qué. Y abrazados. Sentirlo muy abrazados.
Si lo miras desde arriba, dos personitas insignificantes o de una en una...la diferencia; mira como se acercan, cuando se miran, cuando se ven y se dejan ver de verdad. Mira cuando se abrazan, mira como lo hacen. Dos personitas entre millones de personitas cada una de ellas sola en su isla que ahora se están encontrando, se descubren, sonríen, flipan, se diría que han inventado la felicidad. Y lo han hecho, lo estamos haciendo, porque la felicidad es como una pelota de tenis, va y viene de la raqueta de uno a la del otro, tienen que ser dos como mínimo para que exista. Hay quien juega solo contra una pared, sí, hay tantísima gente que se engaña por miedo. Es triste, el miedo acaba siendo triste, acaba siendo tristeza sin ni miedo: vacío.
Pero es aquí. Aquí, cuando nos encontramos dos entre millones de años y gentes, cuando empezamos de verdad a vivir, cuando contradecimos la soledad, cuando compartimos todo aquello que hemos experimentado y somos, cuando nos mostramos con más ganas de ver que de ser vistos, cuando los egos se confunden y acaban por fundirse hasta desaparecer, cuando sentimos dentro de nuestro pecho, que existimos y somos existidos, con todo y cada consecuencia con cuidado. ¿Sientes que es como estar dentro y fuera de nosotros? Yo también. Es la sensación más agradable del mundo y nadie se ha fijado. No rechazarnos, al contrario, celebrarnos el milagro por haberlo sabido ver y creer en él, por no habernos rendido y lanzar cada día botellas con cartas y poemas al mar, por haber estado del lado de la magia, de las causalidades, de las serendipias, de las imposibilidades que nunca lo son si no desistimos.
Me pregunto por qué hay tanta gente en su isla desconfiando de los náufragos de las islas cercanas, por qué se escapan con trozos de mar de mentira de su esencia, por qué se escapan de ellos mismos con un trozo de tierra que pretenden siempre hacer más grande que el de los de al lado. Me pregunto por qué no se quieren en vez de competir. ¿Qué nos han hecho y quiénes y por qué? ¿Y por qué algunos hemos escogido no jugar a la mentira y el resto sí? ¿Qué es aquello que hace que hayamos creído en nosotros? «Nosotros», sonríes. Los valientes somos los más cobardes y los cobardes somos los más valientes. Todo es a la inversa de cómo lo aprendimos; es que ya lo sabíamos. Antes de nacer ya lo sabíamos. Lo habíamos olvidado porque este mundo no tiene memoria. Los humanos la abolieron para poder repetir los mismos errores, errores que para unos eran peor, más error: aprovecharse del resto, hacer escaleras de valores, diferenciar en vez de igualar...buscaban la felicidad también, nunca más lejos de donde se ha estado. Todavía lo hacen. Y está aquí, en nuestras manos, nuestras manos que podrían ser las de todos si se pararan a sentir y no a pensar pensamientos que ni siquiera son de ellos; han heredado de todas las generaciones el error primigenio, creerse al creído, intentar imitarlo. Su rabia también es miedo, tristeza finalmente acumulada entre barrotes de carne con sentimientos desorientados.
Y dice que todos nos moriremos. Y más mentiras por el estilo. Si estuvieran aquí, si de verdad cuando están con el otro fueran ellos y permitieran al otro ser el otro, comprenderían la relación que tiene el amor con el tiempo: ninguna. Este último no existe. Incluso se les ha demostrado científicamente, pero ellos, emparrados. Del tiempo también han hecho un negocio para que crezca su isla. ¿Por qué no han querido conocer el amor si está por todas partes? ¿Cómo puede un ser vivo temer el amor si es de donde proviene, donde es y donde va? ¿Cómo puede un ser de vida temer la vida? ¿Cómo puede alguien tener miedo de él mismo? Tristeza.
Pero nosotros continuaremos lanzando botellas con nuestro mensaje dentro, y llegarán, un día llegarán. Intentaremos toda la vida decir algo que sirva, que llegue a manos de alguien. Cómo esto. Juntos lanzaremos el doble de botellas.
Soy una persona, una insignificante personita que habita por un brevísimo espacio de tiempo en este planeta; una personita entre millones de mundos rellenos de personitas con más mundos dentro suyo que van a dar al infinito. El infinito es aquello que sentimos a veces, aquella sensación que es como una mezcla de vértigo con belleza extrema y miedo de no poder soportarlo. Hay gente que no lo siente nunca el infinito, yo sé que tú sí, que, a veces, un rayo de luz atraviesa una gota de lluvia, hueles la noche o te despiertas soñando que la gravedad ha dejado de funcionar y lo sientes; lo sientes y no sabes qué sentir. Yo tampoco; a mí tampoco me cabe en la cabeza. No sé por qué nos pusieron a cada uno en una isla diferente. Sentir el infinito juntos podría ser sólo aquello que es bello; quizá sí que es el cómo y no el qué. Y abrazados. Sentirlo muy abrazados.
Si lo miras desde arriba, dos personitas insignificantes o de una en una...la diferencia; mira como se acercan, cuando se miran, cuando se ven y se dejan ver de verdad. Mira cuando se abrazan, mira como lo hacen. Dos personitas entre millones de personitas cada una de ellas sola en su isla que ahora se están encontrando, se descubren, sonríen, flipan, se diría que han inventado la felicidad. Y lo han hecho, lo estamos haciendo, porque la felicidad es como una pelota de tenis, va y viene de la raqueta de uno a la del otro, tienen que ser dos como mínimo para que exista. Hay quien juega solo contra una pared, sí, hay tantísima gente que se engaña por miedo. Es triste, el miedo acaba siendo triste, acaba siendo tristeza sin ni miedo: vacío.
Pero es aquí. Aquí, cuando nos encontramos dos entre millones de años y gentes, cuando empezamos de verdad a vivir, cuando contradecimos la soledad, cuando compartimos todo aquello que hemos experimentado y somos, cuando nos mostramos con más ganas de ver que de ser vistos, cuando los egos se confunden y acaban por fundirse hasta desaparecer, cuando sentimos dentro de nuestro pecho, que existimos y somos existidos, con todo y cada consecuencia con cuidado. ¿Sientes que es como estar dentro y fuera de nosotros? Yo también. Es la sensación más agradable del mundo y nadie se ha fijado. No rechazarnos, al contrario, celebrarnos el milagro por haberlo sabido ver y creer en él, por no habernos rendido y lanzar cada día botellas con cartas y poemas al mar, por haber estado del lado de la magia, de las causalidades, de las serendipias, de las imposibilidades que nunca lo son si no desistimos.
Me pregunto por qué hay tanta gente en su isla desconfiando de los náufragos de las islas cercanas, por qué se escapan con trozos de mar de mentira de su esencia, por qué se escapan de ellos mismos con un trozo de tierra que pretenden siempre hacer más grande que el de los de al lado. Me pregunto por qué no se quieren en vez de competir. ¿Qué nos han hecho y quiénes y por qué? ¿Y por qué algunos hemos escogido no jugar a la mentira y el resto sí? ¿Qué es aquello que hace que hayamos creído en nosotros? «Nosotros», sonríes. Los valientes somos los más cobardes y los cobardes somos los más valientes. Todo es a la inversa de cómo lo aprendimos; es que ya lo sabíamos. Antes de nacer ya lo sabíamos. Lo habíamos olvidado porque este mundo no tiene memoria. Los humanos la abolieron para poder repetir los mismos errores, errores que para unos eran peor, más error: aprovecharse del resto, hacer escaleras de valores, diferenciar en vez de igualar...buscaban la felicidad también, nunca más lejos de donde se ha estado. Todavía lo hacen. Y está aquí, en nuestras manos, nuestras manos que podrían ser las de todos si se pararan a sentir y no a pensar pensamientos que ni siquiera son de ellos; han heredado de todas las generaciones el error primigenio, creerse al creído, intentar imitarlo. Su rabia también es miedo, tristeza finalmente acumulada entre barrotes de carne con sentimientos desorientados.
Y dice que todos nos moriremos. Y más mentiras por el estilo. Si estuvieran aquí, si de verdad cuando están con el otro fueran ellos y permitieran al otro ser el otro, comprenderían la relación que tiene el amor con el tiempo: ninguna. Este último no existe. Incluso se les ha demostrado científicamente, pero ellos, emparrados. Del tiempo también han hecho un negocio para que crezca su isla. ¿Por qué no han querido conocer el amor si está por todas partes? ¿Cómo puede un ser vivo temer el amor si es de donde proviene, donde es y donde va? ¿Cómo puede un ser de vida temer la vida? ¿Cómo puede alguien tener miedo de él mismo? Tristeza.
Pero nosotros continuaremos lanzando botellas con nuestro mensaje dentro, y llegarán, un día llegarán. Intentaremos toda la vida decir algo que sirva, que llegue a manos de alguien. Cómo esto. Juntos lanzaremos el doble de botellas.
griFOLL