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sábado, 13 de septiembre de 2014

QUIROMANCIA - poema de griFOLL



Envejecer, pero envejecer de verdad, bien,
que duela el cuerpo, pero que duela por haberse
gastado el alma viviendo y no por genética o ley,
porque envejecer es ir llenándose de vida,
porque envejecemos desde que nacemos
y de cada instante nos llevamos lo imperecedero,
porque envejecer es no haberse rendido,
envejecer es sumar juventudes, infancias,
deseos cumplidos y sueños de atar; hablo de envejecer
hasta los huesos, de intensidad, de contarse por besos
y no de almanaques para adentro, de envejecer sin parar,
sin querer ser mayor ni adulterar, sin rima; aquí la única que rima
es la muerte y justamente envejecer es no estar de acuerdo
en su forma de echarnos la suerte. Envejecer,
envejecer porque es la única forma de vida
que existe, lo otro es permanecer, envejecer es vivir
siendo lo que se es, es no anclarse y seguir. Envejecer de verdad
es dejarse de futuros y de pasados sin utilidad y sentarse
en el presente a reírse del mundo, a romperse de espejos,
a dejarse de ombligos; envejecer es haberse
salido de todos los líos donde nos metimos alguna vez
para disfrutarlos luego con otras consecuencias,
poder repetir, variar, ir a más… Envejecer en este mundo
de alargadores de tiempo que hacen culto a la prisa,
a las posesiones, a las posiciones, a las mentiras ¡Fuera!
Envejecer es quitarse de encima esos pesos,
esos dogmas, esos roles, su culto al deseo interminable
ahora que por fin ya se ha confirmado, por poner un ejemplo científico,
que se sabe más de sexo por haberlo practicado que no por usar chasis
más guapos o nuevos: el resultado es que también se mueven como maniquíes…
A envejecer pues, si cada cicatriz es una aventura,  si cada sensación
es una recompensa: placer acumulado o dolor vencido… A envejecer
sin guardar la ropa, sin tener que dar la razón al cliente ni al jefe,
a envejecer inadvertidamente, sí, para poder pintar en las paredes corazones
sin levantar sospechas, envejecer así, como las orugas, dejando lo capullo,
como los Cristos al tercer día: por sorpresa…porque luego, para luego
ir al centro y  salir con carteles a avisarlos a todos (que se jodan) gritando:
«envejezco» , «soy libre», «ya puedo ser »; y tirarles las sobras,
ir quedándose con lo bueno, irlas tirando, como quien da de comer
a las palomas y  no oye más que esa danza de plumas
y picos y cosquillas en las palmas agrietadas de unas manos que lo han
tocado casi casi todo, las más vivas de todas. “Esas son manos para
practicar la quiromancia, las demás son fascículos teóricos” pensará la bruja.

griFOLL

13.09.14