por
Limary Ruiz Aponte
“No sempre el dolor n’
engendra més, al revés,
com més, més sorpresa
després. I té, mira, tu:
La bondat no s’ amaga,
deixa rastre,
és un desastre.
Jo també en vull escampar.
Com tu.
Fa mal?”
Josep Grifoll
Mostrar, desnudar, poner en manifiesto algo, son algunas de las
aseveraciones para la palabra exponer. Pero,
exponer qué en una exhibición de arte, me pregunto: ¿los cuadros?; ¿el artista?;
¿las ganas de saber?; ¿yo misma? Sin embargo al entrar a la exposición del
artista Catalán Josep Grifoll en el local de la asociación Cultural Magatzen
Voltaire, encontrarnos al propio artista, sentimos que hay una transparencia, un valor y creencia por el
arte que desborda el espacio. Y si sumado a esto somos participe de la música y
la interpretación performativa del Colectivo Vueltabajo Teatro la experiencia
nos expone y nos interpela los cinco sentidos. Quedamos expuesto al arte, a su
necesidad y vitalitad, a su poder ancestral.
Josep Grifoll artista multidisciplinario de Caserras hacia tres años que
no bajaba de su pueblo y el sábado pasado estuvo en Barcelona en la
inauguración de su exposición. Con más de 50 cuadros en diferentes medios, el
espacio del local se desbordó. Antes miradas,
caras, ojos grandes, chaquetas con pegamento, espejos, platos rotos, el trabajo
de Grifoll nos envolvía en la necesidad misma de la creación. Pues su trabajo
nos lleva al arte como medio de vida, de libertad de espantar y destapar la
cabeza, por los ojos, por el tacto, por el fragmento mismo. Cada cuadro
comunica un ansia de salirse, de ruptura, de ser visto; y esto ya el cuerpo femenino recostado o el
Picasso fragmentado hasta el collage. Hay una necesidad envuelta en la pasión en
la pluma, la tinta, el pegamento, la madera, lo que sea que pueda exponer, pues
es tan placentero que duele o viceversa. Sus cuadros se convierten en poemas, en ese juego con lo infinito y con la
vida misma que nos ha dejado sin palabras y que solo la imagen en sus diferentes
medios y la poesía parecen rescatar.
De esta manera el artista que ha expuesto en Nueva York, Milán, Francia Madrid, Bilbao, Barcelona, presentó su trabajo realizado en diferentes medios
como la madera, papel, platos telas y radiografías. La Repetición de figuras y
patrones entre cabezas reconstruidas, pies con partituras, el cuerpo
fragmentado, el cuerpo mismo, nos dejaba
la impresión de urgencia, de deseo y pulsión por el arte, por la vida misma en
todas sus vivencias. Manifestando de esta forma el arte su poder como un plano de deseo
incontenible. La brocha que no pinta bien, como expresa uno de sus cuadros, no
antepone ante su creación de la creación misma.
La necesidad de creación que también comparte el Colectivo Vueltabajo ocupó el espacio con sus performances. Con la
música de Legner Libugsni, Carlos Carbajo, y la interpretación de cada uno de
sus componentes Eury González Orsini, Zuleira Soto Román, Montse Griffol, Juan Carlos Carillo y Luis Fe Rivera se
concretizo la pulsión creadora en actos, en sonidos y olores. Estos hicieron que el local sintiera la
cebolla, que el barro se moldeara y destruyera en un mismo instante , que las
bicicletas se columpiaran de los techos y que la poesía del mismo Grifoll fuera
escuchada. El arte nos rodeó y sumergió
con el trabajo colectivo de estos artistas.
De esta forma la noche estuvo marcada por le espacio ocupado y
convertido en una instalación completa en donde todos estábamos interactuando
con el arte. Se olía, se vea, es escuchaba y se sentía el arte. El espacio del
Local del Magatzen Voltaire formó parte del quehacer cultura de Poble Sec. Con
la exhibición de las obras del artista y poeta Josep Grifoll fue una noche
donde el arte era el centro, el límite sin límite de la creación misma. Así los medios se desbordaron, nos desnudaron
y provocaron la exposición de nuestra mente, del hambre misma del arte, de
expresar lo que se siente con lo que se sabe, con lo que necesita, con lo que
se conoce, con lo que ni siquiera se puede decir: con todo. Al final quedé
desnuda, pequeña, expuesta, pero glorificada ante la imagen misma que el verso
no puede contener, el performance derrama y que en la pintura, el marcador, la
brocha y la tierra misma contiene y Grifoll presenta y se presenta; expuestos
todos, entonces.
Limary Ruiz Aponte