EL ABSURDITISMO
(¿)nuevacorrienteestética(?)
Esas nubes que hormiguean tras de
mí en la noche como extravagantes rocas del revés, ¿a qué vienen?, le
preguntaba inquieto el viejo al esqueleto que hacía más de cien años que andaba
sin lengua ni la parte de la mandíbula inferior por el limbo haciendo clac clac
con cuatro costillas que le colgaban del cuerpo y poco más.
Esas nubes no vienen, se van,
dijo el esqueleto moviendo los omoplatos hasta el occipital. No tengo ojos,
pero hace más de quinientos años que estoy aquí. Conozco el clima, añadió.
Durante siete días y siete noches
anduvieron juntos, sin rumbo pero nada lentos. En silencio. Y en el primero, el
viejo conoció el Mar, y en el segundo, al Diablo. Al tercer día, conoció a
Dios, y en el cuarto, la Enfermedad. Los días siguientes, y en este orden,
conoció el Amor, el Vicio y la Intuición.
El esqueleto le contó al viejo
que ahora, lo habitual era que saliese alguien a preguntarle si ya estaba
dispuesto.
-¿ Dispuesto a qué? ¿ Quién…De
dónde saldrá?
-Saldrá de la voz, de la voz de
tu boca, de la boca que aún conservas. Y entonces, como siempre, tendrás que
elegir. La diferencia radica en que ésta vez lo harás consciente. Este es el
concepto de la correbilidad, si me permites, amigo mío.
- No lo entiendo. ¿Dónde estoy?, quiero
saberlo. ¿Qué me ocurre?, ¿sueño?, ¿muero?, ¿nazco?
-Escucha, no te escuchas. Hablas,
hablas, hablas. Preguntas y ni esperas si hay respuesta. Te vas a fundir. No
serías ni el primero ni el último. Esa es vuestra cruz, el bla, bla, bla…
¿El bla, bla, bla...?, ¿la
literatura? , ¿te refieres a los libros y todo eso? Casi. Cuando se convierte
en arte, ¿tú qué opinas?( ¿ Puedes ver éste trozo de espejo caído en medio del
cuento? Aquí sonríes).
“Por eso considero
que es a mí, enfermo perenne,
a quien corresponde curar a todos los
médicos,
-que han nacido médicos por
insuficiencia de enfermedad-
y no a médicos ignorantes de mis
estados espantosos de enfermo,
imponerme su insulinoterapia,
salvación de un mundo postrado”.
Antonin Artaud.
Esas nubes que hormiguean tras de mí, ¿ son cuervos?, ¿
existe esta realidad en alguna otra parte fuera de mi?, ¿existo yo? Nunca fuiste
leído, mi Johannes de Silentio. Tu, tal vez, Guy, sufrido por lucidez
desbordante que desprendes a finísimos bocados limpios como bisturíes una noche
de locura secreta en el pueblo secreto de los locos. Allí en el bosque.
Pequeño reverendo negro, hábil vendedor de hierbabuena y tu,
después ya pasarán los invitados. (¿Es mi funeral? No lo sé, no he mirado la
caja, ¿voy? Ve. Pues sí, lo es. ¿Ves?). Siguen por orden los recuerdos
infantiles, la primera salamandra, la segunda calada. Yo no sabía que la
segunda calada era eso. Yo no sabía que las segundas veces ya nunca pueden
volver a ser las primeras.
Dormir en el sofá con una libreta al lado, pero dormir sin
dormir, como ahora, delirar, ensoñarse. Y de golpe la cabeza dentro de un cubo
de metal de agua con hielo en la nieve. Eso. Eso es lo que un día sucede. Simple
como una aspirina. Romántico como una sipia y capaz de ahogarse en el primer
vaso de agua por vacío y seco que parezca. Se ahoga que desaparece por
completo. Más que Pulgarcito. Y ahora necesita un trozo de carne, la que sea,
para poder seguir escribiendo como un buitre, escribiendo el mismo mensaje en
los cielos, los buitres, ¿los conoces? ¿Tocan blues? Esos pájaros que
hormiguean…
¿Qué hormiguean esas nubes tras de mí, tras de ti? No
preguntes, Gato que pasabas, pasa por aquí, no nos traigas al miedo, lo
conocemos y gracias. Aquí se oyó una oscura luz. Grave. Durante días seguimos
con toda nuestra colección de estómagos, partidos. Por eso dolían las piedras,
los pies llenos de letras.
Esas nubes y el miedo y el viejo y el esqueleto y los juegos
de palabras para descubrirse, para ir quitándose las capas sobreras y rascarse
las malas, por querer ser mejor persona, persona abstracta claro, persona.
Confundirás deseo con amor, gesto con palabra, silencio con
densidad, diagnostico con verdad. Mientras, crearemos el “absurditismo”. Usaremos
telas de colores del garaje de Cueva y traerán imposibles las Migrañas en
desuso que hemos invitado a tu funeral festivo, como lo querías. Y así,
absurdo, sin sentido, como la muerte.
A ver quién te pilla, cabrón.
“todos los ruidos están aprisionados
en el hielo”
Antonin Artaud.
Entre líneas, dice como dejando entrar así al frío, a su
frío también, de poeta melenudo con cabeza grande hasta el final del universo. Y
cruza sin red. Y así se la juega. Y no existen vencedores ni perdedores, sinó
visiones, sólo visiones y estómagos rotos y espaldas que aguantan esqueletos
como milagros que aún andan por los lugares, éstos, tan comunes y desconocidos
a la vez, tan cotidianos y olvidadizos y tan llenos de recuerdos futuros.
Esas nubes, de sus formas, de sus gestos, de sus secretos,
de su conexión eléctrica de rayos con el átomo del absurdo, el más absurdo que
pueda ser tocado. Y, esta vez, Antonin lo sabe, no hablo del monstruo del Doctor
Frankenstein, y sus rasgos se parecen y los dos recibieron gran carga de
electricidad en sus cerebros ( Artaud con los electroshocks). Ese niño monstruoso…
¿Qué le pasa a ese niño monstruoso? Conoce lo absurdo. Siente el absurdo. Le
dicen que se hace mayor o lo que sea, pero lo que realmente pasa es que el niño
ya es absurdo, ha entrado. Empieza la fiesta.
Josep griFOLL
13.01.13
casserrespoblepoema