-si es que para de lo otro un momento-
A veces uno no sabe lo que siente
y sin embargo, siente el agua
como baja entre las hojas de algún árbol
y de pronto, siente frío.
A veces uno no sabe lo que es
y sin embargo, mira un pez y siente ser un hombre
o mira una ave y de repente,
siente, más bien, que fuera un pez.
A veces uno no sabe lo que busca
hasta que encuentra una carta en el buzón sin remitente.
O tal vez, uno encuentra una cuchara en un zapato,
una taza en el jardín, una flor dentro un jarrón,
azafrán en la comida, una hormiga en la guitarra
o una quiniela premiada.
-Otras veces también pasa que si uno no busca nada encuentra-.
A veces, uno no sabe si es bueno
y sin embargo, se preocupa en dejar sentarse una anciana,
se molesta en sonreírle a una gitana,
se apresura a limpiar rápido el retrete y abre la puerta si alguien llama.
A veces pasa esto y otras cosas
-si es que para de lo otro un momento-.
Y, mientras tanto, uno abaja la cabeza y no puede recordar
cual número de pié es el que usaba,
y se advierte de que no tiene cordón en un zapato.
Se da cuenta, de repente, que nunca ha tenido perro,
que la chimenea del vecino hace dos meses que no arde,
que hay un vado en la esquina de la calle,
qué lejos quedan los años en el parque,
las misas del domingo y las siestas por la tarde.
Uno aquí ya se descalza:
Mueve los pies con más soltura y si pisa estiércol se los lava
-porque, a veces pasa que uno pisa estiércol-.
De repente, le vienen en mente las dudas de Platón
y las de Sócrates y uno decide irse a casa.
y sin embargo, siente el agua
como baja entre las hojas de algún árbol
y de pronto, siente frío.
A veces uno no sabe lo que es
y sin embargo, mira un pez y siente ser un hombre
o mira una ave y de repente,
siente, más bien, que fuera un pez.
A veces uno no sabe lo que busca
hasta que encuentra una carta en el buzón sin remitente.
O tal vez, uno encuentra una cuchara en un zapato,
una taza en el jardín, una flor dentro un jarrón,
azafrán en la comida, una hormiga en la guitarra
o una quiniela premiada.
-Otras veces también pasa que si uno no busca nada encuentra-.
A veces, uno no sabe si es bueno
y sin embargo, se preocupa en dejar sentarse una anciana,
se molesta en sonreírle a una gitana,
se apresura a limpiar rápido el retrete y abre la puerta si alguien llama.
A veces pasa esto y otras cosas
-si es que para de lo otro un momento-.
Y, mientras tanto, uno abaja la cabeza y no puede recordar
cual número de pié es el que usaba,
y se advierte de que no tiene cordón en un zapato.
Se da cuenta, de repente, que nunca ha tenido perro,
que la chimenea del vecino hace dos meses que no arde,
que hay un vado en la esquina de la calle,
qué lejos quedan los años en el parque,
las misas del domingo y las siestas por la tarde.
Uno aquí ya se descalza:
Mueve los pies con más soltura y si pisa estiércol se los lava
-porque, a veces pasa que uno pisa estiércol-.
De repente, le vienen en mente las dudas de Platón
y las de Sócrates y uno decide irse a casa.
Dolors 10 de Juny del 2009